viernes, 7 de septiembre de 2012

PARA PENSAR EN LA "PERSONA" DE LOS DERECHOS HUMANOS



Los derechos humanos han nacido de alguna manera con el advenimiento de la modernidad. Ellos son en gran parte fruto del grito de libertad de las nacientes repúblicas de fines del siglo XVIII. Pero es claro que los ideales que los sostienen no serían tales si no hubiera tras ellos una historia de ideas y concepciones de la vida y del hombre que remiten a un mismo horizonte de comprensión: el pensamiento cristiano  medieval.
Los derechos humanos, los derechos fundamentales o los derechos morales, como quiera uno formularlos, están referidos al hombre y a la concepción que se ha tenido del mismo, desde antiguo hasta el presente. Pero es la tradición cristiana que concibe al hombre como persona la que fundará teóricamente la historia filosófica de los derechos humanos. Con el cristianismo y su comprensión del hombre es que se abre el horizonte de comprensión de la dignidad, un concepto heredado por la modernidad y especialmente fundamental para la teorización de los derechos del hombre.

domingo, 2 de septiembre de 2012

AUTENTICIDAD EN LOS MÁRGENES DEL "EGO"

Hace mucho tiempo que no volvía sobre los conceptos tradicionales de "yo" y "sí mismo". Regularmente asumimos que somos de alguna manera un yo. Nos ubicamos en la realidad a partir de este yo conformado por  lo que a primera mano tendríamos frente a nosotros mismos. Yo soy el cuerpo que tengo, por ejemplo. Y esto, no obstante ser una afirmación recurrente a la hora de percibirme, no deja de ser inexacto. Pues, el cuerpo no se tiene, uno también es su cuerpo. Pero, aquí es cuando podría iniciarse la conciencia de la distinción entre el yo y el sí mismo. Pues el yo, parece ser una suerte de fantasía, tal y como la habría descubierto Hume en su momento, pero por otras razones, o tal  y como lo encarara Freud, y también por otras razones. El yo, de quien he de cuidarme de hacer afirmaciones radicales, pues las mismas podrían provenir del mismo yo, manifiesta desde un inicio una fascinación por sí mismo. No obstante, el encuentro con sí mismo permanece postergado, porque lo que impulsa su hacer es precisamente la cantidad de notaciones, adjetivos y características, que como bajo una lluvia ha venido a caer sobre uno desde el momento en que accede al lenguaje y el otro lo mira y le dice, o afirma cosas de este uno.

sábado, 1 de septiembre de 2012

SOBRE HÉROES Y SANTOS.


La santidad como la heroicidad no tendrían que devenir de lo que digan las instituciones. En el caso de la santidad, hasta donde sé, no se niega a nadie que crea en Dios firmemente. Si la institución es santa, santos serán los nombramientos que confieren a los hombres de vida recta y ejemplar. Pero, parece que se equivocaron algunas veces. Quizás no tanto al reconocer a uno por santo, sino por el tiempo en que se demoraron. Pero, como son cosas de Dios, es difícil saber en qué hubo error, y lo más probable es que uno esté totalmente equivocado en sus pareceres.
Más difícil es el nombramiento de los héroes.  Por un lado, parece que las instituciones no son las llamadas a determinar quién es héroe. Al hacerlo sin duda tenemos un modelo de vida, un hombre cuya vida nos invita a imitarla pues es la personificación de virtudes. Es la muestra evidente de lo que a los hombres se les hace difícil de alcanzar y que sin embargo, si todos fuéramos como ellos, la vida no sólo sería buena, sino que el mundo sería mejor.