lunes, 6 de agosto de 2012

ÉTICA Y POLÍTICA


La comprensión de la política puede no tener en consideración los criterios éticos que alguna vez se pensaron inalienables del quehacer político. Hoy no es de suyo evidente que ética y política mantengan una relación consubstancial. Pero hay una insistencia sobre su conexión. Una insistencia que se entiende como una demanda de “más ética en la política”.
A qué viene el estado de cosas en que tal demanda se ha extendido hacia otras áreas de la praxis humana como la economía, las ciencias o el arte. Quizás se esté pensando en la ética como en un dispositivo que haría más puras a las ciencias, más benignas, menos agresivas  y dañinas. De modo que hasta sería útil tal dispositivo. Y si decimos que “hasta sería útil” es porque parecería que bajo esta comprensión de la ética y de las ciencias, estas últimas se las arreglarían bien con o sin ética.
¿Cómo se ha pensado la política como para que la ética parezca una suerte de apéndice, a veces innecesario? ¿Desde cuándo la política tiene poco o nada que ver con la ética? ¿Es justificable este modo de proceder toda vez que se hace patente la demanda de ética para la política? ¿Qué se demanda cuándo se demanda ética? El modo político de proceder en el presente, ¿es tal que carece de ética de modo absoluto?