Los derechos humanos han nacido de alguna manera con el advenimiento de la modernidad. Ellos son en gran parte fruto del grito de libertad de las nacientes repúblicas de fines del siglo XVIII. Pero es claro que los ideales que los sostienen no serían tales si no hubiera tras ellos una historia de ideas y concepciones de la vida y del hombre que remiten a un mismo horizonte de comprensión: el pensamiento cristiano medieval.
Los
derechos humanos, los derechos fundamentales o los derechos morales, como
quiera uno formularlos, están referidos al hombre y a la concepción que se ha
tenido del mismo, desde antiguo hasta el presente. Pero es la tradición
cristiana que concibe al hombre como persona la que fundará teóricamente la
historia filosófica de los derechos humanos. Con el cristianismo y su
comprensión del hombre es que se abre el horizonte de comprensión de la
dignidad, un concepto heredado por la modernidad y especialmente fundamental
para la teorización de los derechos del hombre.