martes, 3 de agosto de 2010

CRISTO ES EL CAMINO: CRISTO ES AGAPE Y LOGOS.

A propósito de la encíclica Caritas in Veritate, Monseñor Strottman llegó a hacer una exposición sobre la misma en el mes de febrero; en lo que sigue buscaré ampliar la ideas vertidas ese día.


 Al parecer la encíclica ha querido dejar constancia de que la enseñanza de la Iglesia en materia social no responde a diferentes ideologías, o posiciones teológicas antagónicas, sino que por el contrario, la enseñanza social, expresada en los diversos documentos a los largo de las últimas décadas,bebe de la misma fuente: la tradición apostólica basada en la fe. Esto inmediatamente me hace pensar que ese fundamento no es visible si no se remite a la experiencia que dé precisamente unidad a la enseñanza.
Esa experiencia no es otra que la de Jesucristo, la verdad revelada a lo largo de los tiempos, para todos los hombres de todos los tiempos, y en cada tiempo, la misma verdad, pero con el "lenguaje" con que los hombres de aquellos tiempos pudieron expresar la mencionada experiencia. Aquello que nos remonte por encima de las cuitas temporales y nos enrede en las aparentes oposiciones de modos y puntos de vista, no es otra cosa que una conformación con Cristo, conformación que haría posible "ver los problemas con los ojos de Jesucristo".
La verdad, si bien es cierto es espada y fuego - porque la verdad posibilita la justicia -, no viene a destruir y dividir, sino por el contrario a unir. Es por ello que la verdad es caridad, es misericordia, es amor. "La verdad une en el logos del amor". De modo que sin verdad no hay caridad, pero también, sin caridad, no hay verdad. De ahí que este mundo no sólo necesite de verdad, y es claro que necesita mucho la verdad en este mundo cada vez más absorbido por el pragmatismo y el relativismo; el mundo necesita más amor, y ello supone, más verdad sobre el amor, y más amor para con la verdad. 
A partir de estos presupuesto podríamos considerar cuál es la identidad social del católico: es una persona, que puede valorarse y valorar a cada una de las personas de nuestro mundo porque ha aceptado y elegido a Cristo como el camino de su vida. Tomar a Cristo como camino, no parece ser sino un conformarse a él, de modo que en el desarrollo de esta conformación podamos ver la vida con los ojos del Señor. Así pues, el católico, no sólo considera la justicia desde lo que la razón le haga entender y así teorice sobre la misma para cada tiempo, sino que como la caridad va más allá de la justicia, el católico "entiende" por la fe, que finalmente la justicia viene de Dios y no resuelven los problemas de injusticia que vivimos los hombres sólo las ideas que los hombres puedan tener de la misma, sino la misma vida justa de los hombres, que sólo puede ser verdaderamente justa, cuando el hombre, conformado a Cristo, tiene en la caridad el criterio para su acción.  Poner todo el amor que podamos, y que viene de Dios, en cada acción que realicemos, desde las insignificantes hasta las más importantes, parece que en ello encuentra el católico su identidad. Por eso es que Cristo, ágape y logos, y la conformación a él, resultan la clave del desarrollo integral del ser humano y de cada ser humano.
Pero en qué consiste esta conformación. Qué clase de experiencia es esta. En una anterior entrada había anotado que no podríamos entender esta experiencia sino no realizábamos un trabajo de des-estructuración de nuestros prejuicios modernos sobre las mismas razón y la fe. Pero quizás también ayude a "ver" lo mismo, seguir las enseñanzas de los santos, quienes son el mejor modelo de lo que significa conformarse a Cristo.

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