lunes, 2 de agosto de 2010

FE, RAZÓN Y ESCEPTICISMO

Por aquello que estuvo pendiente en la anterior entrada habría que decir que hay todavía hoy un camino que vincule fe y razón. Para nosotros es un tema tan crucial como que de ello depende la propia visión que tenemos de nosotros mismos como seres humanos, de la sociedad en su conjunto y de las tareas de la humanidad, por la que los hombres tanto se empeñan, desde distintos ángulos y perspectivas.
Por lo dicho entonces, parece desprenderse la necesidad de volver cuestionable la condición del sujeto moderno, o de la lógica y modo de pensar centrado en el sujeto, que es el modo de proceder del pensamiento moderno, y tras el cuestionamiento, habría que considerar qué nos muestra el vaciamiento de sujeto en el pensamiento actual, toda vez que parece necesario un mundo de referentes para, por ejemplo, la vida moral en la que la convivencia entre seres humanos deba no ser solo una posibilidad, sino una realidad.
El camino parece entonces arduo. Y, debo admitir que lejos de ser fácil hallar una ruta que nos libere el espacio para transitar me hallo como en un bosque de temas y preguntas complejas, que Ud. conocedor del tema, podría incluso completar y sugerirnos alguna ruta alterna.

Algo que observo, en primer lugar, es que habría que hacer visible la necesidad de cuestionar la subjetividad moderna. Aquella de la que se habla en términos de sanción y culpabilidad, que a veces me hace sentir cierta nostalgia y pena; quizás no está del todo mal ser los sujetos modernos que somos. No creo equivocarme si afirmo que existen filósofos que creen que somos unos sujetos apenas modernos, y nosotros los latinos, quizas ni si quiera hemos empezado nuestra ruta por la modernidad, porque ésta supuso el cuestionamiento en todas las dimensiones, incluyendo las lógico-lingüísticas, de los soportes de la ciencia y del conocimiento de la época anterior. Ya incluso, para los entendidos, no es tan sencillo identificar un pueblo con un tiempo en la historia, pues hasta nuestro modo de hacer historia respondía a la subjetividad moderna, de modo que esta perspectiva historizante debería también ser dejada de lado.
Tenemos que asumir algo, no podemos empezar si consideramos todo bajo los ojos críticos que ya no encuentran soporte sobre el que andar hacia el descubrimiento. ¿Qué pasaria entonces?
Y, de pronto pienso, que quizas esta es una buena manera de empezar: qué pasaría si empezamos por considerar que nada nos conducirá a la verdad, qué pasaría si tomamos en serio el escepticismo y lo radicalizamos al punto que nos parezca de todo punto de vista necesario admitirlo, ya porque es la verdad, ya porque es la única verdad que resuelve los falsos conflictos, ya porque es incluso más sano, pues si no exite ningún soporte para elevar la discusión a ningún plano, y nada vale, pues todo es simplemente posible, pero sólo posible, por qué tendríamos razones para enfrentar nada. Nos hallaríamos ante la apatía que decide no dar un paso para ningun lado de modo afirmativo, porque no hay nada afirmativo en su horizonte, pero camina, porque hay que caminar, quizás, camina hacia la muerte, que sería lo único afirmativo. Pero, dejaría para los ilusos un discurso sobre la muerte, porque ella no revela nada, no dice nada, no invita a nada, mejor dicho estaría constantemente invitando a la nada, que es la verdadera cara de esta supuesta realidad. ¿Qué pasaría si siguiéramos este camino de la sospecha infinita? Tan sospecha de todo es que ya ni si quiera se entusiasma con la sospecha, solo quede la sonrisa ante los esfuerzos humanos de querer saber algo, porque en el fondo, todos esos esfuerzos son vanos.  ¿Qué pasaria? No dejo de sentir en esto, la misma frase de Heidegger: "porque el ser y no mas bien la nada". Y es verdad: ¿Por qué no? Solo que mientras el maestro alemán estaba interesado en horadar en la nada para hallar la verdad que devele al ser, a mi me está interesando descartar la nada que apetecen los que ya no encuentran algo firme en el suelo de certezas en que nos movemos. ¿Qué pasaría si tienen razón los que dicen que no hay verdad? Una ruta se abre, y en ella encuentro a Cioran.

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