miércoles, 20 de enero de 2010

SOBRE LA LLAMADA CRISIS DE LOS PARTIDOS POLITICOS

Recientemente se han manifestado algunos especialistas sobre la crisis por la que estarían atravezando los partídos políticos en el Perú. Entre otras cosas dicen que la crisis es global, lo cual no deja de ser exacto, y que a ello se suma el descrito del congreso, por el pésimo ejercicio de algunos "padres de la patria". Cosas casi ya sabidas o por lo menos presumidas. Sin embargo es preciso aclarar algo, en virtud de la proximidad del carnaval electoral que se avecina, carnaval que puede llevar a los interesados por lo político a desatar sus pasiones y, otra vez, enrostrarnos a los peruanos que aquí lo que no hay es cultura política, eso que beben en otros lados desde la escuela.

En primer lugar es claro que sólo podemos hablar de crisis de partidos si estos existen, y sólo existen si los anima en la teoría y en la práctica una fibra ideológica, un criterio que vincule la visión de la realidad, del hombre, del mundo, entre otras cosas, y que se exprese en cada acto político de modo que guarden coherencia las palabras y los actos. Tal criterio no existe, y menos, obviamente, tal coherencia; y podemos ver a los hijos de funcionarios corruptos moverse sin mayores cargas éticas sobre los hombres y con gran apoyo popular. Es verdad que uno no tiene la culpa de tener ese hermano o aquel papá, pero no es ese el problema, sino que como vemos en el caso de Keiko o de otros, tienen entre otras tareas limpiar a sus familiares, haciendo de la política, otra vez, un asunto personal o familiar, y dejando los interéses de los ciudadanos en las espectativa de que algún día llegará alguien a poner orden en la casa.
La crisis mundial de los partidos tiene una explicación que más se relaciona con el fin de la ideologías que con la convivencia con la corrupción, como es el caso de nuestra esfera política.
En segundo lugar, no podría haber crisis de partidos políticos porque estos tendrian que existir no en virtud de que a uno u a otro se le ocurriera alguna vez fundar un partido porque ha llegado la hora de cambiar. A parte de que no sabemos que intereses reales estan detrás, porque, por ejemplo, no sabemos con el dinero de quiénes financia su campaña, lo cierto es que la constante en la política peruana ha sido la improvisación. No existe, y quizás nunca ha existido propiamente, ni si quiera en los tiempos de Haya, Mariátegui y Belaunde, una cultura política, una conciencia social que trascendiera Lima y las dos o tres principales ciudades del Perú, y que le llevase al ciudadano peruano, sabiendose un ciudadano con derechos, a agenciarse su propio cambio social. En el país no existe una cultura política porque no ha existido ni se ha trabajado en crear una cultura del diálogo, del disenso y del acuerdo social y político. La familia no se ha mantenido unida por criterios como la búsqueda común de fines nobles, sino por vinculos de sentimientos que trascienden incluso la sangre y la cultura. Así que la ligazón en política es tan fragil como lo son los sentimientos, y si asumimos que estamos en cierta infancia política, se tratarían de sentimientos adolescentes donde las ilusiones, la falsas espectativas, los sueños fantásticos y la esperanza inverosimil matizan los vinculos que unen a unos y otros en la formación de sus pequeñas redes sociales y políticas. Esto explicaría por qué en política hay mucho de subjetividad, de celo, de resentimiento, de desconfianza, y también explicaría por qué hay tanta deslealtad que al foráneo le desanima y abruma al punto de pensar que quizas ya nada se pueda hacer.
Y sí se puede hacer algo. La clave está en la educación, todos lo saben; sin embargo, o se hace poco al respecto, o no se sabe bien qué hacer con este tema complejo que explica entre otras cosas jóvenes destrozando ruinas arqueológicas y congresistas copiando proyectos de otros países.

2 comentarios:

carlos pulido dijo...

Es cierto, la clave está en la educación. (Y es en realidad de lo único que puede hablarse, pues coincido con ud. en la inexistencia histórica- en el mejor de los casos fraudulenta, enmascarada, hipócrita- de los partidos políticos en el Perú) Pero posiblemente el tema de la educación sea un caso tan perdido como inmortal es la ambición del hombre. Un pueblo inculto es- como tantas veces se ha mencionado- la escalera perfecta al poder. Presenciamos un círculo vicioso de interés y dependencia.
Porque aquí tenemos dos grandes carencias educativas: la informativa, racional y pragmática, de esa que le permite a uno insertarse en la sociedad (la misma que a la par iría evolucionando en lo funcional), y la educación sustancial, sensible, culta, social, humanista, reflexiva, expresiva, libertaria... (que es precisamente la que más asusta a las élites). Y que no tendrían porque ser particiones, sin embargo si ya es utópico pensar en su realización por separado, es prácticamente un imposible imaginar su existencia integral. No mientras el poder económico domine a todos los poderes del estado, no mientras el poder se sostenga en el adormecimiento de las masas y en la frivolidad retorcida que vende como turrón de octubre, como titular repetitivo. No, al menos, mientras la lógica siga muerta, aplastada por una irrealidad eminente y omnipresente.

Wilke dijo...

Hola Profesor. Me parece muy importante tratar el tema sobre la política en nuestro país, ya que todos nuestros políticos no tienen el verdadero sentido de la política. Incluso los nuevos candidatos no ven el principal problema para que el Perú cambie, es decir, el problema de la educación -que ya lo dijo Ud. también-. A mí me da mucha pena cuando veo la publicidad de: "el Perú avanza". No tiene sentido decirlo cuando muchos de los ciudadados no tienen de qué alimentarse, o simplemente no tienen derecho a una buena salud. Cunado nuentros hermanos mueren de frio y el estado no respone a las necesidades.
Pues verdaderamente nuestras autoridades no tienen "conciencia" de la relaidad, lo que le importa es ganar plata y enriquecerce (subjetivamente). Por eso es necesario "formar conciencias" en todos los campos y para ello ofrecer una buena educación.