lunes, 19 de octubre de 2009

PROLEGÓMENOS A LA DICTADURA DE LA MEDIOCRIDAD


Hoy no es raro ver cómo el poder se cubre tras rostros horribles, aunque seductores, y ya nadie percibe la diferencia y la contradicción. Quizás eso sea lo más raro: que ya nadie perciba la diferencia. Lo bello se hace horrible, y se enaltece lo feo. En esta confusión, en esta nivelación de lo que era antitético, en este mundo de valores licuados donde todo da igual, los mediocres encuentran la fuerza que los une. Los mediocres se han agrupado, se aglutinan, se protegen. Un mediocre sólo, abandonado a sus solas fuerzas, es sólo un mediocre.
En su esmirriada figura, detestablemente enano, con voz servil, persigue a quien puede hacerle el favor, y con muecas que van desde la sonrisa ideada y la mano siempre extendida, van señalando la dirección de sus reales intenciones. Los mediocres siempre quieren caer bien, no quedan mal con nadie, son "prudentes", establecen las relaciones atinadas y pertinentes, las precisas que lo conduzcan a pertrecharse de personas-cosas para sus fines - generalmente subalternos. No obstante, hacen del principio de asociatividad su principal fuerza y el oxigeno del que viven. El hombre es social por naturaleza, o hasta por Dios, no importa, el principio se aplica, sirve, y justifican así la necesidad de asociatividad que conduzca a granjearse el poder. Y paulatinamente lo toman. Necesitan el poder, porque sin él son nada. 
Es un lugar común decir que hay muchos corruptos en País. Los corruptos a fin de cuentas tienen un arma a su favor, que muy sagazmente nos lo enrostran ellos mismos, y sin empacho: "robó, pero hizo obras", "mató, pero desapareció al terrorismo", y un largo etcétera. Algunos de estos hasta creen firmemente en ello. Y lo que es más gracioso: nos quieren convencer. (Una vez, una mujer de mucho poder, dijo mientras almorzábamos: "para mí el único delito que cometio Rómulo León, es el de hacer Lobby y no haber registrado su actividad"; pensar que en sus manos está el destino laboral y económico de muchas personas y familias...)
El corrupto desnudado se nos revela como lo que en el fondo es y nunca dejó de ser: un mediocre. LLegó a tener el doctorado, pero ¿han visto qué tesis sustento? Es el nuevo jefe, ¿saben qué meritos le llevaron al poder? Ganó la alcaldía, pero ¿ha fundado su campaña en un proyecto viable y que estuviera al alcance de todos los votantes? ¿y ese proyecto revela sus verdaderas intenciones? Los mediocres utilizan los medios cualesquiera que fueran para cumplir formalmente lo que formalmente se necesita para decir: "este sí cumple". Y cumple los requisitos, como nuestra democracia mas o menos. Los mínimos por su puesto, porque no busca ser mejor, sino alcanzar lo mínimo. Y entonces, quienes no tienen lo mínimo tendríamos que concluir ¿son menos que los mediocres? Esa es la lógica retorcida de quienes prefieren que los aspectos formales sean los que se impongan. Ahí reconoces al mediocre también, cuando se ampara en las reglas y se olvida de la intención de las mismas. Y se agarra de ellas cuanto más poder tiene. Y les da vuelta, las interpreta y usa a su antojo, y en el colmo de su sagacidad, si ocurre que la regla puede llegar a interpretarse de la manera menos esperada, o que cuestiona su triste manejo del poder, entonces cambia las reglas. ¿No son las mismas reglas, las expresas como las tácitas, una amenaza para los que huyen de la mediocridad? En una comunidad sometida bajo el poder tiránico de los mediocres las reglas son todo menos justas, y se convierten en amenazas reales de quien se postula distinto.
Pero los mediocres, no actúan solos. ¿Cómo se organizan? ¿Cómo llegan a reconocerse? Pues, como dijimos que nunca quedan mal con nadie, generalmente los mediocres se llevan muy bien entre ellos. Y claramente no importa tener una idea, defender una tesis, estar a favor o en contra de una posición política. Se trata simplemente del "me cae bien o "puede ser útil" Y lógicamente, caen bien entre sí. Entonces, de pronto, sin darse cuenta, se entrelazan en una mirada y abrazo de amigos. Descubren que este si es un buen amigo, me entiende, me cubre, me ayuda, me apoya, piensa como yo, y todos entonan el mismo canto religioso que es un himno a la mediocridad. Así, los mediocres en la medida en que van creciendo en número van devastando los cimientos del antiguo régimen. Quizás un régimen mediocre también, pero no tanto como el que se viene. ¡Cómo tenía razón Nietzsche! Todo esta descomponiéndose y se descompone más cada vez.
¿Existirá una forma de hacer frente a los mediocres? ¿Tiene sentido? ¿Se podrá?
¿Será mejor dejarlos gobernar como quieren, a fin de cuentas la sangre no estará en nuestras manos? Parece que la nivelación planteada, la igualación y vaciamiento del valor, lleva a una paz social que no es sino una nueva forma velada de esclavitud: la dictadura de la mediocridad.

1 comentario:

yosi dijo...

hola, profesor como sta? spero q bien , su blogger sta muy interesante FELICITACIONES!!!!