sábado, 10 de octubre de 2009

Entre la Malaria y la Pesadilla de la Malaria

Hace un año aproximadamente imaginaba el panorama electoral con cierto malestar, pues me parecía que sería otra vez lo mismo: elegir entre la malaria y la pesadilla de la malaria: Keiko o en su defecto, y eso de defecto suena ad-hoc porque parece un defecto suyo, Ollanta. Digo con cierto malestar, porque primero estabamos todavía muy lejos del tiempo electoral, y en segundo lugar, porque es sin embargo una oportunidad para poner a prueba el nivel crítico de nuestros compatriotas. ¿Qué harán esta vez?
Hoy las cosas han cambiado un poco. Es verdad que no mucho, pues aunque estas dos figuras se van eclipsando según las encuestas, y se colocan hacia arriba Toledo y el Alcalde sin decir mucho, la enfermedad y su pesadilla aun estan por ahi. Pero ese poco que han cambiado no debe hacernos creer que la tendencia se afirmará en los próximos meses. Por el contrario. El modo de hacer política en el Perú debe hacernos sospechar de que estas figuras de las encuestas solo son momentáneas y previsiblemente encantadoras. ¿Acaso no es conveniente bajarle las pilas a keiko - y a su hermanito "tan poco tan poco" - y subir como espuma a quienes probablemente son mas sencillos de tumbar? El Alcalde a mi juicio no gana. Porque es el Alcalde. En provincias quizas no conozcan ni su nombre. Y a Toledo solo tienen que empezar a jalarle la lengua, para ir desinflándolo, pero eso será mas tarde. Tiene que incharse un poco más. Y aunque me parece que será un trabajo duro demolerlo, y el cholo ha demostrado ser de acero en mas de una - lo cual, a veces ha sido contraproducente, como paso con Zaraí, a quien reconoció por el bien del Perú (¡!) - creo que si los medios juegan en contra pero nunca a favor de la verdad, entonces, si será entre la malaria y su pesadilla. De modo que los medios tienen la sarten por el mango, y tenemos que ver que pasan y qué no. Primera regla dorada en esta observación será, no poner en consideración los programas políticos, porque son escasos, y ellos no responden al interés del poblador, sino del director que responde a, que responde a..., pero siempre con nombre propio. Hay gente digna, si, pero precisamente como son tan pocos, tienen una dura labor: tienen que ser realmente contundentes o no ser en su crítica, porque sino se los traga la ola de progamas del medio dia, comicos y noticieros sangrientos. No creo que sean ingenuos. Saben lo que hacen. ¿Y ustedes saben?
Y ¿qué decir de Lourdes? Mejor nada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada vez que se realizan elecciones en nuestro país, los candidatos inundan las ciudades con propaganda política con sus fotografías, sus nombres y los nombres de sus partidos políticos. ¿Qué información de importancia nos puede dar una simple fotografía del candidato con su nombre y el del partido al que pertenece?

¿Qué pasaría si la gente que busca empleo se presentara en las empresas llevando únicamente su fotografía con su nombre? Seguramente nadie los contrataría, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no nos parece absurdo que elijamos a nuestros gobernantes en base a sus apariencias?

Todo candidato a gobernante (y no sólo a Presidente de la República, sino a Diputado, Senador, Gobernador, alcalde Municipal, Jefe Delegacional, etc.) debería presentar durante sus campañas:

1. Currículum Vítae: logros profesionales, experiencia política o laboral, reformas impulsadas y proyectos ejecutados, antecedentes académicos, etc.
2. Programa de trabajo en caso de ser electos: reformas que promoverán, proyectos concretos que buscarán implementar, posición en relación con temas diversos, etc.

De esta manera, el ciudadano votaría considerando las habilidades de cada candidato y los beneficios que aportarían sus propuestas de reformas. Así, dejaríamos de votar por el partido que éstos representan y, evidentemente, por apariencias.

Sin duda, el requisito del Curriculum Vitae no hace el proceso infalible. Lo mismo sucede en las empresas. Asimismo, aunque éste y el programa de trabajo fueran obligatorios, habría muchos ciudadanos que no los consultarían para realizar un voto razonado. Sin embargo, ¿no cree usted que la propaganda política actual es una burla para quienes sí tratamos de votar razonadamente? ¿Acaso es mejor seguir gastando millones de soles en propaganda política que nos dice nada? ¿Seguimos votando por quien nos parezca más honesto (menos corrupto), más guapa o mejor parecido (menos feo), etc.? ¿Si aún para seleccionar participantes para un concurso de belleza o una agencia de modelos, donde la apariencia es muy importante, no es suficiente una fotografía, por qué, para un puesto donde se tomarán decisiones trascendentales para un país, una fotografía basta?

Anónimo dijo...

¿Elegir?¿Qué elegir?

Está la propia vida en juego, la supervivencia material, el beneplácito de los demás, lo bueno, malo o neutro que podemos hacer por el resto de la humanidad. ¿Estudiar? ¿Trabajar? ¿Qué, dónde? ¿Amar, formar una familia, educar hijos? ¿En base a qué principios y con qué seguridad de éxito?. A pesar de este planteamiento a simple vista pesimista, mucho me temo que a nadie le importe demasiado la madurez psicológica e intelectual de la gente, ni que nadie tome demasiado en cuenta que esa es una conquista que depende del valor personal de cada uno.

El placer de elegir es apenas un juego. El trasfondo es la misma incertidumbre que guía al miedo, sólo que en lugar de la paralización ante el temor, se escoge el perpetuo movimiento, el vulgar cambio disfrazado de evolución, el salto sin sentido, el camino sin rumbo determinado.

No hay muchas cosas buenas que elegir; la mayor parte de las opciones están igualmente vacías de contenido, son máscaras pintadas que se rompen en cuanto chocan con la realidad. Por eso el placer inicial se desvanece al comprobar que nada de lo que podemos elegir nos satisface; que hay que renovar continuamente las elecciones para estar al día en esa enloquecedora carrera que no tiene meta. Tras la fachada de un desarrollo privilegiado, asoman las ruinas de la ignorancia y el engaño.

Ésta es una llamada al difícil arte de elegir, que no por ser un arte deja de tener mucho de ciencia. Tal vez el error está en creer que todo lo que podemos elegir es lo que tenemos ante nuestros ojos, al alcance de las manos. Tal vez haya que abrir nuevos caminos -o viejos a fuerza de solitarios- para encontrar verdades auténticas, pautas estables y equilibradas que permitan al hombre reconocer su participación en el conjunto de la Humanidad. Indudablemente, otro reto de la Filosofía.